El pasado 11 de mayo El País publicó una versión abreviada de una alocución pronunciada por el Sr. Fernando Savater ante la Asamblea portuguesa con motivo de la celebración del 40º aniversario de la Revolución de los Claveles. El artículo, firmado por el escritor, se titulaba “Hacia una Europa de ciudadanos”. Un artículo lleno de la pomposidad que la ocasión requiere pero que el adjetivo que mejor puede definirlo es el de tramposo.
¿Por qué? Porqué bajo la apariencia del progresismo más vanguardista que supone defender la idea de la Europa de los ciudadanos se esconde, una vez más, el ataque interesado, y aquí es donde reside la trampa, de sólo una parte del nacionalismo: el separatista.
El principal reto al que, según usted, nos enfrentamos los ciudadanos europeos es la definición de ciudadanía democrática. Que yo sepa, hasta el 25 de mayo de 2014, ninguno de los Estados miembros de la Unión es una dictadura o un régimen en el que la doctrina religiosa sustituya a la racionalidad, fundamento esencial de las leyes de un Estado de Derecho, desde hace más de 20 años. Por tanto, un poco de cultura democrática sí que tendrán los ciudadanos que estamos llamados a las urnas el próximo domingo.
Otra cosa es decir que el principal reto al que nos enfrentamos los ciudadanos europeos es precisamente este concepto: el ser ciudadano europeo. Esta es la idea que tiene que estar presente en las nuevas elecciones al Parlamento Europeo, la idea de que los ciudadanos europeos tienen que empezar a creer que ellos, nosotros, configuramos la Ciudadanía Europea sobre la que se sustenta la Unión Europea. Es decir, hay que empezar a superar la idea que expone George Santayana de que nos gobiernan extranjeros: ¡Nos gobernamos a nosotros mismos!
Y es, en este punto, donde reside la gran trampa su discurso pretendidamente progresista. Un discurso que le acerca más al PP y a todos estos partidos euroescépticos que a un verdadero progresista cuando afirma que “la ciudadanía por la que merece la pena luchar es aquella según la cual el individuo obtiene derecho a la participación política, la protección social y los servicios básicos (…) sólo por el compromiso de aceptar las leyes”.
Perdone pero esta ideología es más propia de un régimen fascista que de los Estados democráticos que usted cree que garantizan esta concepción ciudadana. Yo no quiero una ciudadanía que me venga dada simplemente por el hecho de acatar las leyes. Yo quiero una ciudadanía que haga las leyes para construir un futuro colectivo mejor. Y, visto lo visto, son los Estados democráticos los principales obstáculos para que ese concepto de ciudadanía aflore realmente en la mentalidad de los europeos.
Igual habrá que recuperar esa idea que escribía Karl Marx, hace ya casi dos siglos, en su Manifiesto Comunista: “los obreros no tienen patria” A lo mejor hay que empezar a superar a los Estados democráticos que, no lo olvide, se basan en identidades colectivas que se han procurado un sistema legal exclusivo para sus ciudadanos. A lo mejor hay que empezar a pensar menos en España o Bélgica y pensar más en Unión Europea. A lo mejor hay que empezar a pensar más en la identidad europea y menos en la catalana o española o escocesa o griega.
Igual así superaremos lo que usted denunciaba como “identidades colectivas pre políticas que son obstáculos para el desarrollo de la ciudadanía”, que son precisamente en lo que se han convertido los Estados miembros de la Unión. Identidades colectivas que las políticas económicas de austeridad, y toda la ideología neoliberal que las ha justificado, han conseguido agravar cuando han hecho calar en las mentes de los sufridos y desconcertados ciudadanos de la Unión Europea la división entre el norte responsable y el sur despilfarrador, entre los países deudores y los países acreedores. Políticas económicas que, por otra parte, usted sólo califica de “urgencias puntuales de disensión o agravio entre países deudores y países acreedores” y que permiten que el Sr. Wilders proclame, sin ningún tipo de rubor que “No hay europeos. Menos del 40% de los ciudadanos de la UE se siente así” Y esta es la idea que hay que combatir.
Y usted, en vez de ir a la raíz del problema, se dedica a acusar a dos movimientos políticos, pero también civiles, que quieren separarse de los Estados a los que pertenecen a través de las urnas, no lo olvidemos. ¿Qué esta separación se basa en una confrontación de identidades colectivas? Sí, pero… ¿Acaso los Estados democráticos a los que usted tanto ensalza no se basan en una identidad colectiva? Esos mismos Estados ¿no son los que tienen que proteger la identidad nacional, la libertad y la democracia a partir de leyes que sólo son para sus ciudadanos? Porqué esta idea es la que defiende el partido del Sr. Wilders o el Frente Nacional o el británico UKIP.
Si queremos realmente lo que usted pretende: la Europa de los ciudadanos, hay que empezar por crear la ciudadanía europea. Y este concepto está por encima de las identidades colectivas que usted tanto crítica pero también está por encima de los Estados democráticos que usted tanto defiende.