Estimado Sr. Mario Vargas Llosa,
El pasado domingo 13 de Enero de 2013 usted escribió un artículo en El País titulado “Apogeo y decadencia de Occidente”, en el cual reseñaba el libro “Civilización: Occidente y el resto” del Profesor de Harvard Niall Ferguson.
Me dirijo a usted con la humilde intención de abrir un debate sobre las tesis expuestas por el Profesor Niall Ferguson y, también, sobre sus comentarios y aportaciones a dichas tesis, escritas en el artículo.
El Profesor Ferguson expone las razones por las que la cultura occidental ha aventajado a todas las demás culturas y los motivos por los que la cultura occidental está perdiendo brío y liderazgo en estos tiempos tan convulsos e inciertos que nos ha tocado vivir.
Las seis razones a través de las cuáles Europa instaló su dominio por todo el mundo durante más de quinientos años son las siguientes:
1. La competencia que atizó la fragmentación de Europa en tantos países independientes ¿no sería más correcto decir que la competencia entre los grandes Estados-Nación europeos para conseguir más territorios/colonias en ultramar ha sido la que ha impulsado y desarrollado el dominio de la civilización occidental en las demás? Es a partir de la Revolución Industrial Inglesa y su posterior extensión a todo el continente europeo como nuevo sistema económico cuando los principales Estados – Nación europeos se dan cuenta que o se expanden por todo el mundo para conseguir todas las materias primas que necesita el nuevo sistema productivo o se quedan a la zaga y pierden. ¿Es la competencia entre tantos países independientes o la unificación en grandes estructuras estatales lo que ha facilitado el dominio de la civilización occidental sobre todas las demás? Porqué a lo largo de la historia los imperios más grandes se han creado a partir de la unión de territorios: la España del Siglo de Oro surgida del reinado de los Reyes Católicos, la creación del Estado-Nación Francia y su posterior desarrollo como potencia colonial a partir de la Revolución Francesa, el Imperio Británico, E.E.U.U. y la U.R.S.S. y, por último, tenemos la creación de la C.E.E. y su desarrollo hacia la U.E. (la etapa de más prosperidad en Europa ha sido cuando los Estados no han competido entre sí sino que han visto que era más efectivo unirse que estar enfrentados). Es más ¿no podríamos aseverar que, precisamente, esos restos de mantenimiento de soberanía nacional por parte de los estados miembros de la U.E., esa competencia tan absurda y esa defensa tan entorpecedora de los intereses nacionales son los que frenan el avance hacia una unión real de Europa y, por tanto, su desarrollo como nuevo actor potente, con máxima capacidad de influencia en las relaciones internacionales?
2. La revolución científica, pues todos los grandes logros en matemáticas, astronomía, física, química y biología a partir del siglo XVII fueron europeos. Yo pienso que más que una razón la revolución científica que plantea el profesor es una consecuencia de lo que usted muy bien expone como el rasgo distintivo de la civilización occidental: el espíritu crítico. Al que yo le añadiría, si me permite, otro rasgo, tan simple, como es la curiosidad. Es decir, lo que realmente ha provocado el salto cualitativo respecto a las otras civilizaciones ha sido el desarrollo del método científico como motor de progreso de la civilización misma: observamos un hecho natural o social, nos preguntamos el por qué ocurre y, por último, le intentamos encontrar una aplicación práctica al descubrimiento en aras de que, como objetivo último que todos perseguimos, nuestra vida sea más feliz.
3. El imperio de la ley y el gobierno representativo basado en el derecho de propiedad surgido en el mundo anglosajón. Teniendo en cuenta que, por un lado, ya en el Derecho Romano se garantizaba el derecho a la propiedad y que este derecho se ha mantenido a lo largo de la historia y que, por el otro, el gobierno representativo, como tal, se concibe en la Ilustración a partir de las ideas de Voltaire, Montesquieu y Rousseau me parece muy exagerado afirmar que el imperio de la ley y el gobierno representativo están basados en el derecho de la propiedad y que, encima, este derecho, en sí mismo, ha surgido en el mundo anglosajón. Más aun cuando se podría discutir incluso la existencia del “mundo anglosajón” como tal, pues no es lo mismo la concepción británica del mundo que la concepción estadounidense. Ni tan siquiera en la actualidad (baste con recordar y comparar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres con los de cualquier evento deportivo estadounidense) por mucha química que hubiese entre George Bush Jr. Y Tony Blair.
4. La medicina moderna y su prodigioso avance en Europa y Estados Unidos. ¿Realmente ésta es una razón por si sola del dominio de la cultura occidental sobre el resto del mundo? Más bien sería que el gran avance en la ciencia médica occidental ha ido en consonancia con la revolución científica que ha experimentado Occidente y que he comentado en la razón número dos. Ahora bien ¿podríamos pensar que Occidente ha extendido su dominio por todo el mundo porque sus ciudadanos gozaban de mejor salud, eran más sanos, gracias a la medicina moderna y su avance? ¿En qué punto de la Historia los ciudadanos occidentales han sido más sanos que el resto? ¿En el siglo XIX eran más sanos los obreros ingleses que trabajaban en las fábricas o los miembros de las tribus africanas que colonizaron las potencias europeas? Llegados a este punto el debate iría por otros derroteros menos intelectuales como serían una supuesta clasificación de mejores o peores civilizaciones, más avanzadas o menos…
5. La sociedad de consumo y la irresistible demanda de bienes que aceleró de manera vertiginosa el desarrollo industrial. Lo único que matizaría de esta razón es que ésta sea uno de los motivos del dominio de la cultura occidental durante quinientos años teniendo en cuenta que la sociedad de consumo, realmente entendida como tal, surgió principalmente en Occidente después de la Segunda Guerra Mundial, si bien podríamos afirmar que la concibió, conscientemente o no, Keynes a raíz de darse cuenta que el sistema capitalista funciona si hay ciudadanos con capacidad adquisitiva para poder comprar bienes y servicios, es decir, si convertimos a la clase obrera en clase media. Además, la sociedad de consumo entraría en contradicción con la última razón porqué no quiere ni normas severas que la limiten, ni ahorro ni nada que le impida conseguir que la gente consuma cada vez más. El marketing y la creación de necesidades superfluas para que los ciudadanos consuman no casa con la ética del trabajo que el primer capitalismo justificó y fortaleció a través del protestantismo y el calvinismo. Es más, incluso podríamos llegar a afirmar que ha sido la sociedad de consumo y su apetito voraz la que ha provocado esta gran crisis y, por consiguiente, el declive del sistema capitalista.
6. La ética del trabajo que, tal como lo describió Max Weber, dio al capitalismo en el ámbito protestante unas normas severas, estables y eficientes que combinaban el tesón, la disciplina y la austeridad con el ahorro, la práctica religiosa y el ejercicio de la libertad. Casi me atrevería a decir que este es el principal motivo por el que la cultura occidental ha dominado el mundo durante los últimos doscientos años ya que la rama protestante se adaptó mucho más rápidamente a la nueva sociedad surgida de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial que la rama católica, anclada en cosmovisiones más reaccionarias tales como el Absolutismo. El ámbito protestante, salvo algunas excepciones católicas como la misma Francia, Italia o Cataluña, supo transformarse y erigirse como el armazón espiritual, ético y moral en el que la burguesía basaría y extendería su cosmovisión y manera de entender el mundo al resto de la sociedad. Y ha sido esta ética del trabajo la que ha permitido desarrollar y justificar una determinada cultura empresarial que se acabó imponiendo en todos los ámbitos de la sociedad hasta su posterior distorsión como sociedad de consumo y su cuestionamiento a través de la revolución de la contracultura y la posmodernidad.
Y es en estas dos últimas razones donde entroncaríamos con las principales críticas que definirían el declive de la cultura occidental: la codicia y el hedonismo. Ahora bien, es en este punto donde encuentro que se cae en una confusión que, de tan sencilla que es, a veces cuesta de ver: que la cultura occidental es igual a sistema capitalista. Es por este motivo que creo que la cultura occidental no ha entrado en declive sino que domina el mundo y, por lo visto en la actualidad, lo seguirá haciendo durante muchos años. La cultura occidental es EE.UU. y China, un defensor del capitalismo es igual de occidental que un comunista convencido, el más execrable de los nazis era igual de occidental que el más ingenuo de los anarquistas. Todos comparten la misma cosmovisión del mundo. Todos entienden los valores de libertad, igualdad y fraternidad aunque sea desde distintos ángulos, algunas de las veces, totalmente opuestos. Pero todos están hablando de lo mismo. En el fondo no contraponen una cultura distinta como podría ser el Islam. La gran admirada China comunista que, recordemos, viene de la China colectivista y maoísta del Gran Salto Adelante y Revolución Cultural de Mao Tse-Tung se ha creado en contraposición a la China rural y supersticiosa, que venía de la, podríamos decir, Edad Media china o la auténtica cultura china. La China actual impulsada por Deng Xiaoping comparte los mismos valores occidentales que el Estado de Tejas, por poner un ejemplo. Por lo tanto, podemos llegar a afirmar que hoy en día no hay ninguna cultura en el mundo que le pueda competir a la cultura occidental como modelo alternativo.
Otra cosa bien distinta es centrar el debate en el bienestar de los ciudadanos. O circunscribirse solo al sistema capitalista. ¿Podemos afirmar que el sistema capitalista, que ha dominado y modulado las relaciones internacionales en los últimos doscientos años, está en declive? ¿No quería el Presidente Sarkozy refundar el capitalismo? Esta gran crisis global que estamos padeciendo ¿no nos está demostrando justamente esto: que la sociedad de consumo debe de estar arropada, justificada, definida por la ética protestante porqué sino deriva en codicia y hedonismo que, lo único que provocan, es su decadencia y destrucción? Y, llegados a este punto, convencer a los ciudadanos de las bondades de un sistema totalitario hay un paso. Y esto es lo peligroso del momento que vivimos en la actualidad. Pero esta ya es otra reflexión para otro artículo.
Agradecerle de antemano el tiempo que haya dedicado para leerse mi misiva y el tiempo que me ha hecho disfrutar, por un lado, escribiendo y reflexionando esta respuesta y, por el otro, imaginándome que establecía un debate conmigo acerca de este y otros temas en las queridas páginas de El País.