Muchas gracias señor Naïm por si interesantísimo artículo “Mucha protesta, pocos cambios” publicado en El País, el pasado 30 de marzo de 2014, en el que argumenta que las redes sociales tienen mucho poder de convocatoria pero fracasan estrepitosamente a la hora de poner en práctica el objetivo por el cual se han movilizado. Si bien es cierto que las protestas callejeras siempre han estado a la orden del día, es verdad que ahora parece que sea mucho más rápido montar una manifestación gracias a las redes sociales.
Usted pone como ejemplo el movimiento Ocupa Wall Street. Una organización que llegó a estar movilizada en unas 2.600 ciudades de todo el mundo pero que sólo ha conseguido que su discurso se convierta en unos cuantos titulares por parte de los distintos gobiernos, sin que se apruebe ninguna política que tenga en cuenta sus reivindicaciones para acabar con la situación que está denunciando.
En España, tenemos dos ejemplos con distinto final, que pueden ayudar a explicar el por qué del fracaso de estas grandes movilizaciones que surgen de la sociedad civil. Por un lado, tenemos el movimiento del 15M y, por el otro, las movilizaciones ciudadanas del barrio de Gamonal en Burgos en enero de 2014.
Yo creo que el supuesto fracaso de ambos movimientos se debe, principalmente, a sus posiciones maximalistas para realizar un cambio social en una democracia avanzada como son Estados Unidos o España. Y puntualizo el hecho de que estos cambios se exigen en una democracia avanzada porqué el autor pone como excepción a su argumentación el éxito de las revoluciones que ocurrieron en Egipto, Túnez y Ucrania ya que los ciudadanos acabaron derrocando al Gobierno contra el que se habían alzado. Y ahí radica la diferencia. La Primavera Árabe o la revolución de Ucrania son, como dice la propia palabra, revoluciones; han sido movimientos sociales que han conseguido cambiar los sistemas políticos contra los que se habían levantado, como en su día fueron la Revolución Francesa, la Revolución Rusa, la proclamación de la Segunda República Española, la Revolución Cultural China… Han sido movimientos que han conseguido su objetivo porqué han surgido de ciudadanías oprimidas por regímenes autoritarios o dictaduras. Obviamente, otra debate se centraría en analizar en qué han acabado derivando estas revoluciones, tal y como se ha demostrado en la URSS o en Cuba, por irnos atrás en la Historia, o, más en la actualidad, la situación que vivimos en Egipto, Túnez o Ucrania, que dista mucho de ser la situación que hubiesen deseado los manifestantes que propiciaron el cambio.
Ahora bien, no nos engañemos. Atribuir el éxito de la Primavera Árabe al poder de las redes sociales es una afirmación un poco exagerada, teniendo en cuenta que la situación de la población en esos países era ya, de por si, insostenible. Por ejemplo, el punto de partida de la revolución tunecina no fueron las convocatorias de las manifestaciones a través de Twiter o Facebook sino la protesta del Mohamed Bouazizi contra la confiscación, por parte de la policía, de su puesto de venta de frutas. Y, seguramente, las posteriores manifestaciones se hubiesen convocado igual si la población no hubiese tenido acceso a las redes sociales. Es verdad, que tampoco se les puede negar el carácter facilitador y dinamizador de dichas redes pero ni mucho menos han sido la clave en el derrocamiento de los gobiernos y regímenes porqué, sino, no se explicarían las grandes revoluciones que se han producido a lo largo del periodo histórico contemporáneo. ¿o es que, acaso, Lenin tenía cuenta en Facebook?¿o es que el Mayo del 68 se montó a partir de un twit del decano de la universidad? A partir de aquí, creo que la clave radica, no tanto en el acceso de la población a las redes sociales, sino en el grado de opresión e injusticia que sufre la población por un determinado régimen. Por esta razón creo que el Presidente Obama fracasará en su pretensión de crear redes sociales en Cuba. Porqué una cosa es que la población pase penurias económicas y la otra que sufra una constante opresión e injusticia por parte del Estado.
Y es en este punto donde podríamos encontrar la explicación del fracaso en los movimientos sociales como Ocupa Wall Street o el 15M de Madrid. En el fondo son movimientos surgidos de la sociedad civil, al margen de los cauces formales que establece el sistema, que están muy bien organizados y que aprovechan todo el supuesto potencial que tienen las redes sociales. Pero, tal y como dice usted, les falta el hecho de poner en práctica sus demandas. Y, ¿por qué? Varios son los factores que creo explicarían este fracaso.
Primero nos encontramos que estos movimientos han surgido en unos países, España y Estados Unidos, que son democracias parlamentarias perfectamente asentadas, con un marco legal que garantiza la libertad y los derechos de la ciudadanía. Por tanto, nos encontramos con ciudadanos que no sufren ningún tipo de opresión ni injusticia, a nivel formal, por parte del sistema.
Segundo, la pérdida a nivel institucional de una alternativa real al sistema económico capitalista ha hecho que el sistema fagocite sus demandas más visibles, incorporándolas a la agenda política. De momento, se habla de ellas, se montan cumbres… pero se quedan en ese nivel.
Tercero, en el fondo, estamos hablando de movimientos que pretenden cambiar una sociedad compleja que no empieza de cero. Por lo tanto, cuando se pretende traspasar las ideas a la realidad social nos encontramos con un sinfín de condicionantes políticos, económicos, sociales y culturales que dificultan, muy mucho, la puesta en práctica real de cualquiera de estas nuevas ideas.
Cuarto, la puesta en práctica siempre es menos glamurosa que el debate teórico. Tal y como dice usted “hace falta más contacto humano directo y más organizaciones capaces de hacer trabajo político a la antigua”
Por eso, creo yo que los partidos políticos siguen teniendo esa función esencial como organizaciones que miren y velen por el interés común de todos los ciudadanos. Otra cosa es que los partidos políticos mayoritarios hayan perdido el rumbo y cada vez sean más parecidos entre sí pero, si nos fijamos, los partidos políticos que actúan, justamente, en este sentido son los que más están creciendo en intención de voto. Son partidos políticos con un discurso populista y sencillo, que no tienen en cuenta los condicionantes del tercer factor y que, por eso, conectan tan bien con la ciudadanía descontenta y desafecta.
Es, en este sentido, por lo que creo que los partidos políticos mayoritarios aún tienen un largo recorrido para recuperar el espacio que están perdiendo. Por un lado, tienen la experiencia de gobierno que les permite saber hasta dónde pueden llegar en la introducción de las nuevas demandas sociales y, por el otro, simplemente tienen que recuperar sus valores fundacionales volviendo a hacer el trabajo político a la antigua. Lo que tienen que hacer es dejar de perderse entre las mareantes cifras que las redes sociales facilitan en un momento y recuperar la vocación de la Política. Al final, estamos hablando de que una organización política no tendrá éxito por poner un twit cada día sino por ser capaz de conocer qué problemas tienen la ciudadanía y solucionarlos. Por eso, las movilizaciones ciudadanas del barrio de Gamonal tuvieron éxito. Porqué fueron movilizaciones que denunciaban una política concreta del Ayuntamiento y que, además, también proponían la solución clara y fácil a tomar: la retirada de la construcción del bulevard, tal y como, al final, se acabó produciendo.