En las galerías fotográficas dedicadas a Mondrian, Malévich y Kandinsky apuntaba a una hipótesis que los historiadores del arte y demás especialistas deberían profundizar: la Historia del Arte como la dualidad y rivalidad entre la sencillez, austeridad versus el caos, detalles.
Si antes me fijaba en la pintura, esta galería está centrada en la arquitectura. En la Gran Vía la frontera entre Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat ha visto como se re-urbanizaban los espacios adyacentes a la Fira Gran Via 2 de Barcelona con una estética acorde a la austeridad geométrica. Casi podríamos decir que supone una traición/rebeldía/reniego contra la Barcelona Modernista (caos, detalles recargados) que tantos visitantes atrae. Igual es ese el motivo por el cual los edificios se pueden cubrir de grandes ventanales, que ejercen de espejo natural, que varía dependiendo de la naturaleza, para apaciguar la consciencia que sabe lo vago que resulta coger el tiralíneas y empezar a dibujar paralelas.
El problema estriba en que, al alinearse con la tendencia mundial del minimalismo tanto oriental como nórdico, se pierde personalidad propia. En un mundo globalizado, la arquitectura también se globaliza, se igualan las ciudades, se copian unas a otras, casi siguiendo la lógica infantil del “pues yo más” y los edificios pasan a ser franquicias de arquitectura rápida; buena, bonita y barata (no se pueden visitar por dentro) que sólo sirve para salir del paso.
Arquitectura que anula la condición humana porqué todos sus habitantes y trabajadores están igual de globalizados.