El interesante artículo de El País Semanal titulado “Tecnología para llevar puesta” me hace recordar la parte final de la película “Wall-E”,
cuando aparecen los humanos como seres sebosos y vagos debido a que la tecnología les soluciona cualquier movimiento o acto de pensar. Y, sinceramente, yo no quiero llegar a ese extremo. Resulta que la idea de diseñar zapatos que te guíen vino de un accidente en bicicleta por ir mirando la pantalla del móvil en vez de estar atento a la carretera (parece un chiste). Y, encima, la reflexión es: “qué bueno sería que fueran los zapatos los que me guiarán, ¿no?”. ¿No creen que es mejor que uno sepa dónde va realmente, en vez de delegar esa tarea a un gadget? Porqué, al final, la esencia misma que define a un ser humano es la conjunción de su capacidad de pensar, de ser racional, y del libre albedrío. Si estas características se las transferimos a una máquina, dejamos de ser humanos para convertirnos en robots fácilmente manipulables. Obviamente, está reflexión no va en contra del progreso tecnológico, ni mucho menos, sino, más bien, una cierta resistencia a que nos introduzcan la tecnología en calzador porqué sí. O, al menos, es lo que se desprende del artículo. Los ejemplos más vistosos son unos zapatos que guían, unas gafas con un mapa incorporado, una aplicación que te traduzca un cartel que no entiendes, registro de constantes vitales de deportistas que le ayuden a ser más eficientes, información sobre el tráfico… ¿Realmente es necesario todo esto? ¿Somos tan burros que no podemos saber por nosotros mismos a dónde vamos? En cambio, es mucho más interesante aplicar toda esta tecnología a mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad, tal y como se expone de pasada, no debe ser tan interesante, en el artículo o la aplicación del streaming en el campo de la cirugía, si bien yo preferiría que el cirujano que, en su día, me tuviese que operar estuviese más atento a lo que va cortando que a una pantalla. Por suerte, uno se lleva una gran alegría cuando no hace falta tirar de las teorías conspirativas para ver cúal es el objetivo último de todo este afán por la tecnología y cito textual: “Lo más interesante es ver cómo la tecnología digital puede ayudarnos a ajustar nuestro comportamiento: cómo comemos, cómo hacemos ejercicio, cómo manejamos nuestro dinero, nuestra felicidad”. Viendo como se expresa tan claramente la intención de todo este movimiento que, además genere miles de millones de euros, me remito otra vez a mi cierta resistencia a recibir toda esta tecnología pues soy yo y únicamente yo quien decide qué me hace feliz y que no; por cierto, esto también suena muy humano, ¿no?