Escribe Manuel Cruz, en su artículo La excepción como norma (27/07/2014), que “una de las mayores dificultades que presenta el debate político en Cataluña es la de encontrar un marco de racionalidad aceptable por todas las partes”. Leyendo su artículo varias veces constatamos que sigue habiendo dificultades para establecer criterios racionales en este enquistado debate. Es obvio que no se frustra el deseo de votar de los ciudadanos catalanes en las distintas citas electorales que se llevan a cabo. Lo que frustra es la negación y definición de un proceso que usted denuncia como excepción pero que, los hechos se empeñan en desmentirlo, se lleva a cabo, sin ningún tipo de trauma ni de drama, cada vez que ha surgido una situación de este tipo en alguno de los países etiquetados como democracias muy avanzadas (¿o es que alguien es capaz de ponerlo en duda?) tales como Canadá con el Quebec, por dos veces, o Reino Unido con Escocia.
Teniendo en cuenta que no es ningún estudio sociológico, que tan útil sería, la serie que realizó El País titulada Qué pasa en Cataluña permite apuntar las líneas que son susceptibles de analizar por parte de nuestros gobernantes para llegar a una solución pactada centrada en la elaboración “de un proyecto nuevo de futuro capaz de reconstruir el contrato social y político en España” tal y como reclamaba el presidente del Círculo de Economía Antón Costas, en la entrevista publicada en El País el pasado 24/07/2014.
La serie consta de tres artículos que explican las posiciones de cada una de las partes en este conflicto. Pero, primero creo conveniente partir de los datos que, a día de hoy, tenemos para cada una de las opciones. Tanto el CIS como el Centre d’Estudis d’Opinió y Metroscopia muestran que entre el 40 y el 47% de los ciudadanos catalanes se declaran independentistas. Una opción que en 2010 estaba alrededor del 20%.
¿Cómo es posible que en 4 años el independentismo en Catalunya haya crecido más de un 20% y que siga creciendo tal y como demuestra el dato, pasado por alto de la encuesta de Metroscopia del pasado 20/07/2014, que, si en la consulta hubiese la posibilidad de votar por la tercera vía, la opción a favor de la independencia de Cataluña haya crecido 5 puntos desde el pasado mayo de 2014, hasta situarse en un 31%?
Leyendo los tres artículos con detenimiento, empiezo a creer que la clave se encuentra en los discursos que cada una de las opciones dirige a los ciudadanos.
Por el lado independentista, leemos un discurso basado en la ilusión y la esperanza sin olvidar que la independencia tampoco sería la panacea o el paraíso terrenal, tal y como explican algunos entrevistados de esta opción. Un discurso que da respuesta al hartazgo de la manera de hacer política y de entender España por parte de las élites políticas y económicas de Madrid, que no de España. Ya no se trata de identidad catalana o española. Se trata de romper con una visión de España que no satisface las aspiraciones de los ciudadanos catalanes y que, hasta la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría General, el PSOE tampoco colmaba. El independentismo ha logrado crear una corriente de opinión, casi en la línea de la realpolitik, en la que, después de oír tantas veces la palabra “no” frente a aspiraciones no nacionalistas como el corredor mediterráneo, un mejor sistema de financiación… la única alternativa es “construir un país completamente nuevo, no reformarlo”
El problema está en que a esa ilusión se la combate desde la negación, el miedo y el imperativo legal entendido como una religión en vez de un discurso racional y político, susceptible de reforma. Buena prueba de ello es el manifiesto totalmente tendencioso y mentiroso que escribieron 50 intelectuales titulado “Manifiesto de los libres e iguales”, presentado el pasado 15/07/2014 en el Congreso de los Diputados o el análisis, totalmente contradictorio y falso, que Joaquín Leguina, destacado socialista, hacía de la tercera vía presentada por Fomento del Trabajo. Digo contradictorio porqué la reforma federal que propone el PSOE también se realizaría a través de “un proceso harto complicado”, tal y como él define en su artículo del 20/07/2014 ¿De qué federalismo hablamos? Y digo falso porqué el hecho de establecer plenas competencias lingüísticas y culturales no significa “legalizar la expulsión del castellano de la esfera pública, comenzando por la Escuela y la Universidad”. Los ciudadanos que quieren seguir estando como hasta ahora; en vez de hacer un discurso atractivo que haga hincapié en lo bien que supone para Cataluña el actual status autonómico, tal y como realiza el gobierno de David Cameron en el referéndum escocés, proponen un discurso del miedo basado en el apocalipsis económico, político y social que supondría la independencia de Cataluña. Cuando en realidad todavía no hemos llegado a este estadio. Frente a la ilusión de poder decidir algo y no sólo la independencia, puesto que la consulta no define qué tipo de estado independiente sería Cataluña, se opone lo que pasaría al final del camino. Son dos discusiones paralelas, que jamás se encontrarán, porqué no están en el mismo estadio del proceso. Tal y como dice José María Álvarez, líder de UGT, “Votar no es igual a pedir la independencia”. La ceguera por parte de Madrid es tal que confunden el estar a favor de una consulta no vinculante con querer la independencia. Además, según mi opinión, se hace un erróneo análisis del auge independentista focalizándolo todo en el sistema educativo catalán, siendo uno de los ámbitos más sensibles en la sociedad catalana, como principal causa del auge independentista. Y digo erróneo porqué minimiza y omite la frustración y desesperación que supuso la recogida de firmas por parte del PP en contra del nuevo Estatut, la sentencia desfavorable del Tribunal Constitucional, con sus discusiones politizadas alrededor del Estatut, la negación de un pacto fiscal para Cataluña, el no apoyo al Corredor del Mediterráneo…
En último lugar, encontramos la tercera vía en la que el PSOE empieza a creer y que, según la encuesta de Metroscopia, sigue siendo la opción preferida (38%) por los ciudadanos de Cataluña. El problema de esta vía es que se encuentra en un estado embrionario dentro del gran marco teórico que supone la reforma federal del Estado. Por un lado, nos encontramos con la Declaración de Granada, que propone el PSOE; por otro, la alternativa de Fomento del Trabajo y, por último, como respuesta al Manifiesto de los libres e iguales encontramos el manifiesto Una España federal en una Europa federal. Todos ellos coinciden, en mayor o menor grado, en un reconocimiento de los derechos históricos/nación de Cataluña, un nuevo sistema de financiación más justo y equilibrado y una reformulación de las competencias. Y, seguramente, la solución a cada uno de estos puntos serviría para que los ciudadanos catalanes, en su inmensa mayoría, quisieran seguir formando parte de España.
Como decía el personaje de Donald Sutherland en la película Los juegos del hambre “Esperanza es lo único más fuerte que el miedo. Un poco de esperanza es efectiva, demasiada es peligrosa” Y este discurso lo ha abrazado la inmensa mayoría de los ciudadanos catalanes. Por eso, los nacionalistas españoles lo tienen crudo.
La separacion de la familia real española , mejor dicho el divorcio real, tendra la consecuencia de la division del pais, lástima la perdida de valores, pues hace años salió un articulo respecto al rey Juan Carlos que se titulaba El rey que salvo su país, en las selecciones del Reader Digest, Cataluña aporta mas del 60 por ciento de la produccion de España y es esta que le debe a ella y no Cataluñas a España…….La vileza de las naciones es la maldad de sus dirigentes.
Sergi Leal,
Que buen análisis el tuyo. Te lo dice un catalán no independentista (bueno…la verdad es que el cuerpo me pide un cambio al respecto…).
Hace ya unos cuantos años, cuando pensaba en estos temas, me decía que al final, tenía mas cosas en común con un Andaluz, Cántabro o Gallego que con un Francés o Alemán, ahora me pasa justamente lo contrario, casi me veo mas cercano a un Francés que a un Murciano (con esto no quiero desmerecer a nadie ni a ninguna región).
Podría decir mucho mas…pero solo quiero felicitarte por exponer las ideas desde el raciocinio, y no desde las emociones.
Ánimo y adelante!
Muchas gracias. Sólo intento aportar un granito de arena a todo este proceso «enrevesado», lioso y con poca voluntad por parte de todas las partes. Porqué cuando llegué la hora de votar, esta vez, más que nunca, nos vamos a tener que guiar más por el raciocinio que por las emociones.
Un saludo