La izquierda institucional, léase PSOE, se está poniendo demasiado a la defensiva ante la irrupción de Podemos en el sistema político español. Y situarse en este escenario está consiguiendo justamente el efecto contrario: dar alas a Podemos como eje central de la izquierda en España.
A falta de ver los resultados que obtendría Podemos en unas elecciones generales, con el recuento de votos según la Ley de Hondt, el PSOE tiene que aprovechar el soplo de aire fresco que ha supuesto Podemos en la izquierda española para hacer autocrítica y recuperar su posición en la izquierda de manera creíble porque es, en definitiva, lo que los electores quieren en estos momentos: una opción creíble y renovada de la izquierda política. Y afirmo esto porqué, en números absolutos, me atrevo a aventurar que quien va a perder más votos es el PSOE y no IU. Me atrevo a afirmar que si el PSOE quiere volver a ser una alternativa real de izquierda para gobernar debe tener presente que Podemos se va a nutrir de sus votantes; de esos ciudadanos que están cabreados por la deriva ideológica posmoderna socialista, que se ha perdido en ese espectro amorfo y devorador que es el centro político.
En estos tiempos de crisis se ha hecho evidente que el sistema capitalista actual, cuando no se regula, sigue siendo tan voraz con los ciudadanos, sigue siendo tan generador de desigualdades porqué sólo sirve a los intereses de unos pocos, como aquel sistema que tan bien analizó Marx en El Capital, hace ya casi 150 años. Y también se ha hecho evidente que, si bien se puede renunciar a la dictadura del proletariado (aunque fuera un paso previo a la sociedad ideal que Stalin, Mao y demás traicionaron), el Estado de Bienestar es el único sistema capaz de corregir esas desigualdades.
Y es este discurso de izquierdas el que está catapultando a Podemos como tercera fuerza política. Por eso, me sorprende que expertos como Antonio Roldán, doctorando en la London School of Economics, en su artículo del 18/08/2014 ¿Es Podemos una alternativa para la izquierda? o Nicolás Redondo, en su artículo del 21/08/2014 ¿Podemos con Podemos?, se empeñen en seguir defendiendo posiciones ideológicas próximas a la Tercera Vía de Blair, cuando ha sido la principal responsable de la incapacidad de la socialdemocracia europea para prevenir crisis como la actual, para dar respuesta y combatir los grandes dramas humanos y sociales que ha generado esta crisis y, por último, para definir y establecer los mecanismos de control necesarios para que no vuelva a ocurrir.
En la actualidad, a Podemos no se le combate ideológicamente con más Tercera Vía porqué los ciudadanos están hartos de tanta Tercera Vía. Están hartos de que lo único que diferencie al PSOE del PP sea su postura sobre el aborto, el matrimonio homosexual o la Ley de Memoria Histórica, cuestiones todas ellas importantes pero no prioritarias en unos momentos tan duros como los que vivimos amén de que, en muchos de esos ámbitos el debate está más que superado. La obsesión casi enfermiza por renegar del bagaje ideológico que elaboró Marx ha hecho que los socialistas se olviden que el PSOE es, en teoría, un partido que defiende a los trabajadores y a las capas más débiles, vulnerables y necesitadas de la sociedad. La parálisis socialista a la hora de abordar dramas como los desahucios, las preferentes, los ERES o los gravísimos casos de corrupción ha dejado el camino libre a nuevos actores sociales que han actuado, no sólo hablado, al lado de los débiles y afectados por estas injusticias que el sistema capitalista ha generado y promovido.
La esperanza para el PSOE es que todavía hay margen de maniobra para combatir ideológicamente a Podemos, tal y como proponen Antonio Roldán, en su vertiente más económica, o Nicolás Redondo, en su defensa del sistema político. Pero sólo se le podrá combatir si el PSOE se libra de los anclajes y cadenas que suponen querer mantenerse en el centro. Parece paradójico que en una sociedad tan compleja como la actual, los ciudadanos estén hartos de discursos políticos con condicionantes centristas y necesiten de consignas claras y entendibles.
Lo que no se puede defender, desde posiciones de izquierda, son los despidos para que las empresas se puedan adecuar a los ciclos económicos, que los trabajadores con contrato fijo sean unos privilegiados, o mantener el actual sistema de financiación del Estado añadiendo más Europa que propone Antonio Roldán o el consuelo de muchos consuelo de tontos que propone Nicolás Redondo cuando dice que el resto de los sectores de la sociedad tampoco son mejores que los políticos que tenemos y su crítica al ejercicio empresarial del Estado.
A Antonio le diría que también es de izquierdas defender que el motor de la economía no son las empresas sino los trabajadores y las familias, que son los que consumen, los que gastan. Hay que defender la estabilidad laboral porqué es la principal vía que garantiza la puesta en marcha de un proyecto vital de los ciudadanos. Y defender la estabilidad laboral es defender los derechos de los trabajadores por encima de la tan cacareada competitividad, que no deja de ser una forma cool de decir ajustes salariales y laborales para beneficiar a las empresas. Porque no nos engañemos, las empresas no son ONG’s. Si pueden ahorrarse costes y obtener más beneficios lo harán, como es lógico. Si pueden ahorrar una nómina lo harán, total, el resto de trabajadores trabaja un “poquito” más y ya está.
También hay mucho recorrido en el gran ámbito de la Gestión Pública. Si una de las principales críticas a los ciudadanos y que ha generado, en parte, esta gran crisis que estamos padeciendo es el hecho de vivir por encima de sus posibilidades a través de los créditos bancarios ¿Por qué no se puede exigir lo mismo al Estado? Hay que reformular en su conjunto la financiación del Estado para que no dependa tanto de la financiación de los mercados internacionales, hay que reformar el sistema fiscal aumentando su progresividad, hay que establecer mecanismos más eficiente en la lucha contra el fraude fiscal y hay que aumentar y profundizar los mecanismos de control para que la corrupción no sea posible. Seguramente todo el dinero robado mediante la corrupción a las arcas públicas supone varios puntos en la disminución del déficit público. Y, sobretodo, hay que ser rigurosos en la toma de decisiones a la hora de aprobar una nueva infraestructura pública.
Por último, le diría a Nicolás que no haga un análisis tan frívolo del ejercicio empresarial del Estado. El fracaso social y la corrupción generalizada no son patrimonio exclusivo de las empresas públicas; también las empresas privadas pueden realizar prácticas corruptas y no tener ningún tipo de responsabilidad social. La externalización de servicios públicos, mediante concursos y concesiones, está plagada de corruptelas y asignaciones a empresarios afines, sin tener en cuenta criterios de eficiencia y prestación de un servicio de calidad, que se lucran con el dinero de todos a través de las comisiones, siendo el último de los casos que va a estallar el del ex presidente de Catalunya Jordi Pujol. Esto no quiere decir que no se deba mejorar la gestión de los servicios públicos para optimizar los recursos y proporcionar un servicio de calidad al ciudadano.
En definitiva, el PSOE tiene margen para combatir ideológicamente a Podemos, desde la izquierda y no desde el centro, en los ámbitos de la defensa de los trabajadores, la Administración del Estado y la Gestión Pública. Sólo queda creérselo y ponerse manos a la obra.
Y todo ello teniendo sin olvidarse de la Unión Europea.
Me gusta su artículo, pero considero que necesita -entre otras cosas- aclarar qué es realmente el concepto de Tercera Vía de Giddens, que no queda claro http://dictionary.cambridge.org/dictionary/british/the-third-way y que se especifique que no ha habido si no tímidos intentos de establecer políticas acordes con la Tercera Vía, y que en ningún momento la política económica de los laboristas británicos fue acorde con la Tercera Vía, si no que -al igual que el PSOE que lo adoptó ya desde antes de ganar las elecciones de 1982- son totalmente afines al neoliberalismo. La Tercera Vía propugna, entre otras cosas, volver a la protección de la economía or los estados (los representantes reales del pueblo, no los peleles que le hacen el juego a las grandes corporaciones y bancos ahora) como al de más crecimiento y beneficioso para los ciudadanos de occidente, el período desde el final de la Segunda Guerra Mundial y principios de los 80. Las cosas comenzaron a torcerse desde que el neoliberalismo hizo que la economía tuviera que ser global (efecto dominó), y desde que establece unas reglas por las que siempre gana: explota a los más pobres y favorece a los más ricos para que éstos lo sean cada día un poco más.
Muchas gracias por su comentario. Aprovecho la ocasión para comentarle que la economía ya fue global desde que Colón descubrió América y Marco Polo estableció rutas comerciales (La ruta de la seda, por poner un ejemplo) con Mongolia y China. Lo único que ha sucedido ahora es que lo hacemos con menos tiempo, siendo los procesos administrativos casi instantáneos.