Ya ha llegado el tan famoso y ansiado fin del bipartidismo y a quien menos gracia le hace es a quien tenía todo el poder en España. Qué curioso, en vez de hacer autocrítica pasan la pelota de los pactos al tejado de los demás en aras de la responsabilidad, tal y como expreso Javier Arenas cuando dijo que “El PSOE va a tener una gravísima responsabilidad de la política municipal que se haga en Madrid y en Barcelona” ¡Cómo si sólo ellos fueran los únicos responsables de España!
Para el PP un ejemplo de responsabilidad debe ser el bochornoso espectáculo jurídico, otra vez, político, qué raro el PP haciendo política, contra la pitada al himno en la última final de la Copa del Rey. ¿Acaso Rajoy ya no se acuerda del motivo por el que fue a los funerales de las víctimas del atentado terrorista al semanario Charlie Hebdo?
En cambio, en el PSOE todo son caras alegres porque Podemos no ha conseguido rebasarle la primera posición por la izquierda. Bueno, es una manera de verlo pero… ¿Pedro Sánchez no se acuerda de dónde viene?
En 2008 ganó las elecciones generales por 11.289.335 de votos. El PP obtuvo 10.278.010. En las de 2011 el PSOE perdió las elecciones porque le dejaron de votar más de 4 millones votos mientras que el PP sólo aumentó en 600.000 sufragios, es decir, el PP no ganó las elecciones, las perdió el PSOE. Es un matiz pero creo que básico para entender la sociología política de este país desde la transición.
Y en el momento en el que aparece un nuevo actor en la izquierda, Podemos, el PSOE sigue perdiendo votos, unos 600.000 votos. Lo digo porque conviene recordarle a Pedro Sánchez que él no es Indiana Jones en busca del centro perdido. Lo que la fuga de votos le muestra a Pedro Sánchez con toda claridad es que su discurso de “Somos un partido socialdemócrata con propuestas socialdemócratas” (declaraciones a El País el pasado 31/05/2015) le ha hecho perder los votantes socialistas de izquierda, que se siguen considerando socialistas en vez de socialdemócratas. Es a esos a quien el PSOE tiene que volver a atraer si quiere volver a ganar las elecciones generales y gobernar España. Más que nada porque el tan deseado centro ya le ha votado. No hay más centro, tal y como demuestra la última encuesta de Metroscopia publicada el pasado 7 de junio de 2015 en El País.
El problema radica en que el PSOE se está cogiendo a ese clavo ardiendo que es ser el primer partido de esa fragmentada izquierda. Y, además de ser el primer partido de la izquierda, se presenta como el partido responsable e institucional. Y eso es un error táctico que puede acabar pagando.
Por eso el PSOE no puede pactar con el PP para hacer coaliciones a la alemana porque el voto de castigo es de distinta naturaleza. Mientras que el votante del Ciutadans habrá castigado, en su gran mayoría, la corrupción y la prepotencia del PP, el votante de Podemos y las plataformas afines ha castigado la inoperancia del PSOE a la hora de gestionar la crisis financiera.
En matemáticas 1 + 1 + 1 siempre es mayor que 2. Si a esta ecuación le añadimos el vector político 1 + 1 + 1 siempre será mayor que 2 en tanto que el 1, el otro 1 y el último 1 se pongan de acuerdo, hecho difícil en algunos casos teniendo en cuenta las rencillas, los malentendidos, los cruces de líneas rojas y las supuestas ansías de regeneración democrática que tengan cada uno de ellos.
Es curioso que quien lidera la concepción de que la lista más votada sea la que forme gobierno sea la derecha política y mediática, independientemente de si son soberanistas o no. Lo digo porque quien dude de la gran sintonía entre el PP y CIU es mejor que lea el artículo del pasado 31/05 en El País titulado: “La obra de Xavier Trias que Ada Colau quiere cambiar” y extraiga sus propias conclusiones.
Las matemáticas se empeñan en seguir siendo frías, lógicas, racionales y tozudas. Está claro que si los tres 1 se ponen de acuerdo siempre sumarán más de 2. Siguiendo con la tradición histórica esos tres 1 son, en la inmensa mayoría de los municipios y Comunidades Autonómicas, los partidos de izquierdas con sus yo soy rojo pues yo magenta y yo rosa. ¿Cómo no se van a poner de acuerdo si la base de estos tres 1 es el rojo?
No hace falta ir a los programas con los que los partidos políticos se han presentado a estas elecciones municipales. Todos los ciudadanos de este país hemos tenido que tirar muchísima propaganda electoral que, en la era de las redes sociales, parece casi un insulto al ser humano del siglo XXI. Sólo hace falta detenerse unos minutos a leerlos para rebatir la furibunda reacción de la derecha.
Por ejemplo, en el folleto de Barcelona en Comú, con Ada Colau como alcaldable, se puede leer en una de sus 10 prioridades para Barcelona “Asegurar el suministro de agua, luz y gas a precios asequibles” y en el folleto del PSC se puede leer “Pobreza energética: garantizaremos que ningún ciudadano ni ciudadana se vea privado del suministro de agua, luz y gas por motivos económicos”. ¡Si es que hasta el orden de las energías es el mismo!
Tan difícil de entender es que se pongan de acuerdo ERC “reforzaremos los ejes comerciales y ayudaremos a las tiendas de barrio”, el PSC “Reactivando el tercer sector y la “pequeña economía” de la ciudad” y Barcelona en Comú “Apoyar a la pequeña y mediana empresa, los autónomos, el comercio de proximidad y la economía cooperativa” para elaborar un plan económico para la ciudad de Barcelona en contra posición a la concepción de la economía que tienen CIU y el PP.
Parece que, otra vez, no se trata de política nueva ni vieja. Es la misma política de siempre: el conflicto entre las dos grandes ideologías occidentales, simplemente, con caras nuevas.