El vestido machista y xenófobo

En una administrativa carta que una escuela concertada envía a los progenitores informando de las directrices a seguir en la vestimenta del alumnado se reflejan, seguramente de manera inconsciente, los tres miedos / actitudes reaccionarias latentes en la sociedad occidental: el miedo a lo diferente, el miedo al qué dirán, el estar sólo frente a la sociedad, la no aceptación por parte del colectivo y la mentalidad patriarcal y machista.

En la carta se vislumbra el miedo a lo diferente, es decir, la xenofobia que existe en nuestra sociedad cuando se pone de manifiesto la dificultad que tiene dicha escuela a la hora de sugerir, con toda la prudencia del mundo (el miedo al qué dirán), un determinado tipo de vestimenta al alumnado del ciclo superior mientras que todo es rotundidad, firmeza y claridad a la hora de prohibir determinada vestimenta a las mujeres musulmanas. Mientras que el redactado de la carta de la escuela podría muy bien ser uno de los surrealistas mares que atraviesa el famoso submarino amarillo de los Beatles: el mar de la incertidumbre y la duda, la abogada general de la UE sostiene que las empresas en Europa pueden prohibir a sus empleadas que lleven velo porque ese símbolo vulnera la neutralidad religiosa.

Fijémonos que si una empresa puede definir de una manera clara la vestimenta de sus empleadas, la escuela concertada, que también es una empresa y por tanto ella define como tiene que ser la escuela, prefiere liarse ella sola buscando la complicidad de los padres “confiamos en vuestro buen criterio a la hora de aconsejar a vuestros hijos e hijas, conscientes que hacer entender a los chicos y chicas cuestiones como esta, también contribuyen a la educación en valores y a su crecimiento personal”  a la hora de vestir adecuadamente a los niños y niñas.

Es en este punto donde se vislumbra el miedo al qué dirán, el miedo a ser etiquetados de reaccionarios por parte de los padres y la sociedad en general. Hay que tener presente que una escuela no es un perfil de Instagram que se rija por el número de “me gustas” que tenga ¿Una escuela concertada tiene que decir que la manera de vestir “se tiene que caracterizar, por encima de todo, por un respeto al propio cuerpo y a las personas con las que se convive” y considerar como secundario que “la indumentaria y el aspecto deben favorecer, también a la predisposición al trabajo y a la capacidad de concentración en las actividades de aprendizaje”? ¿No son estos últimos los principales criterios por los que se debe regir una escuela, sea concertada o no? Esta indefinición, este sí pero no, es una muestra evidente del miedo al qué dirán, del miedo a ser considerados como “malos”, “retrógrados”, “reaccionarios”, “fascistas” y, por tanto, tener una mala prensa de cara a no ser escogida el próximo curso. Parece como si el criterio real por el que se rige la escuela fuese el “hecho de tener más clientes” digo niñas y niños nuevos.

Por último, cabe destacar lo arraigado que está la concepción patriarcal y machista de nuestra sociedad en la mente ciudadana. El sexismo de la misiva se desprende desde el momento en el que, con toda seguridad, quien ha provocado dicho escrito ha sido la vestimenta de las niñas. Si nos fijamos, da igual que sean musulmanas o no, la vestimenta de las niñas, adolescentes y mujeres siempre acaba estando en el centro de la polémica. El hecho de considerar que “vestir correctamente para venir a la escuela, significa entre otros evitar:

  • camisetas en las que se vea la ropa interior
  • pantalones demasiado cortos
  • accesorios exagerados (que distraen o incomodan para realizar tareas escolares
  • venir a la escuela maquilladas o con las uñas pintadas

 

No es sino transmitir ya desde edades tempranas que ellas son las que provocan sexualmente. De aquí a justificar determinados comportamientos moral y socialmente inaceptables como los tocamientos o el acoso sexual para la mentalidad machista hay un pequeño paso.

Al machismo se le combate con la “educación en valores y en su crecimiento personal, que en definitiva es el objetivo que” la escuela persigue y eso implica, primero, hacer autocrítica para ver hasta qué punto cada uno de nosotros sigue teniendo esos tumores execrables que son el machismo, el sexismo, el miedo a lo diferente y el miedo al que dirán en nuestro cerebro.

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