Ya van seis años que se celebra la Diada independentista de Catalunya y el independentismo sigue fracasando a la hora de construir un relato épico del proceso de independencia de Catalunya.
En Catalunya no hay élites españolas impuestas por la metrópolis para gobernar a los catalanes. Catalunya se gobierna sola en Sanidad, Seguridad, Educación y demás ámbitos competenciales desde hace ya más de 30 años.
Ni tan siquiera el escándalo de la Operación Catalunya ni las chapuceras actividades de las cloacas del Estado, al más puro Pepe Gotera y Otilio, son dignas de elaborar un relato parecido al de Ken Loach en la película Agenda Oculta. No hay represión política en Catalunya porque no se ha ilegalizado a ningún partido político por ser independentista. ERC y la CUP son libres de ejercer la actividad política y presentarse a unas elecciones defendiendo su ideología política. El problema es que no las ganan. Un ciudadano puede exhibir sin ningún problema que es independentista y no va a la cárcel por ello. No hay ninguna disyuntiva entre «Democracia o represión» como decía el Presidente de Ómnium Cultural hoy, 11/09/2017, en la Pl. Catalunya de Barcelona.
Ni tan siquiera es épica la reivindicación “Dejadnos votar” porque en Catalunya se vota cada dos por tres y, hasta septiembre de 2017, los votos independentistas nunca han superado a los votos no independentistas. Ni en las elecciones generales de 2015 y 2016 ni en las últimas elecciones autonómicas. Es falso pretender contabilizar los votos de los Comunes en el bando independentista porque los votantes que sí que lo fuesen tienen legítimas opciones de izquierda independentista para votar.
Falta épica porque el independentismo se está enfrentando a una democracia parlamentaria consolidada dentro del mayor y mejor espacio de bienestar común y democracia que existe en el mundo: la UE. Este no es un conflicto entre palestinos e israelíes. Catalunya no es el Ulster en los 80 o 90. Ni tan siquiera la India que Gandhi consiguió independizar a base de sangre por mucha no violencia que predicase.
Falta épica porque, en realidad, el conflicto viene de la total ineptitud y falta de visión política de la Derecha catalana al empezar a exigir legítimas reivindicaciones a una mayoría absoluta de la Derecha española y viene de la chulería de la Derecha española al creerse que la Política es una cosa de cojones encima de la mesa en vez de inteligencia, escudándose en ese mantra fascista que es “sin ley no hay democracia”. El famosísimo artículo 2 de la Constitución dice que la soberanía reside en el pueblo español. Vale pero lo que no dice la Constitución de 1978 en ninguno de sus artículos, comas, palabras, disposiciones… que esa soberanía la tenga que ejercer el conjunto de los ciudadanos a la vez. ¿O es que, acaso, hasta que no se independice Catalunya, los ciudadanos catalanes no son ciudadanos españoles y, por tanto, pueden ejercer su soberanía como tales, según se emana de la Constitución? Es una cuestión de voluntad política y nada más. Es una cuestión de respeto y nada más. Es una cuestión de reconocimiento.
No hay nada de épica cuando la legítima y necesaria negociación política, en la que todas las partes deben ceder, se rebaja a las peleas de unos niños en un patio de colegio donde prima el todo o nada. ¿De verdad se creen los políticos que los 42 puntos que siguen guardados en un cajón de la Moncloa no se pueden negociar nada si no se hace un referéndum por cojones?
Al final, la clave de todo este conflicto la ha dicho Arnaldo Otegui cuando se lamenta que la diferencia entre Euskadi y Catalunya es que muchos vascos no hayan desconectado de España mientras que muchos catalanes sí. ¿Será por todo lo que han conseguido los vascos sin salirse de la Constitución, incluyendo 4.000 millones de euros en los últimos Presupuestos Generales del Estado 2017?
sergileal 