- ¿Acaso no tendría que creerlo?
- ¡No te pregunto lo que deberías creer, sino lo que crees!
- Creo en todo lo que vos y los otros buenos doctores me ordenáis que crea – dijo el cillerero muerto de miedo.
- ¡Ah! (…) ¡Insinuáis que, si creo en lo que ellos creen, entonces creerás en mí y, si no, sólo creerás en ellos!
- No he dicho eso señor – balbuceó el cillerero –, vos me lo hacéis decir. Creo en vos, si me enseñáis lo que está bien.
Quinto día. NONA. Donde se administra justicia y se tiene la molesta sensación de que todos están equivocados.
El nombre de la Rosa. Umberto Eco.
Más veces de las que uno cree conviene repasar la Historia del país en el que vivimos para descubrir con regocijo y sorpresa como los marcos conceptuales del pasado condicionan las maneras de pensar actuales.
Si Estados Unidos tiene la baraja del póker terrorista y los trata siguiendo los esquemas de la ley del Salvaje Oeste, en España la Iglesia Católica sigue teniendo una enorme influencia en las maneras de pensar y abordar los conflictos por mucho que la Constitución de 1978 establezca que es un Estado social y democrático de Derecho.
Esta influencia se manifiesta en las posiciones sobre la estructura territorial del Estado que mantienen la Derecha española y la Derecha catalana y que nos han llevado a la actual situación.
Al contrario, al adversario, al enemigo se le convence imponiendo la ideología propia. Se le combate y se le vence. No se dialoga con el otro. De la misma manera que el gobierno del PP se ha negado a dialogar con el gobierno de Carles Puigdemont (del PdeCat, de la extinta CDC, la Derecha catalana), tal y como por ejemplo declaraba el Presidente de la Xunta de Galicia el pasado 22 de septiembre de 2016 cuando decía: “no podemos negociar con la pistola del separatismo encima de la mesa”, el gobierno de Carles Puigdemont basó toda la legislatura en que “la resolución de la demanda catalana se hará, por tanto, de esta manera: o referéndum o referéndum”, en su discurso durante la Cuestión de Confianza del President de la Generalitat del pasado 28 de septiembre de 2016.
El PP y el PdeCat, como buenos partidos de derechas, se creen en la posesión de la verdad reproduciendo marcos conceptuales inquisitoriales. Esa concepción intransigente y rígida ha acabado arrastrando a los partidos de centro-izquierda, el PSOE y ERC, en tanto que son partidos que parten de una visión ideológica crítica con la sociedad para poder mejorarla y cuya principal base es la duda.
Este marco conceptual inquisitorial también se reproduce en todas las actuaciones que el ámbito judicial está llevando a cabo. En la desestimación del recurso interpuesto por Oriol Junqueras del pasado 5 de enero de 2018, se dice que “el diálogo al que se hace referencia en el recurso, hasta ahora, solamente se ha pretendido o planteado por el recurrente y por quienes le acompañan en su proyecto político, como referido exclusivamente a la forma en la que el Estado español pudiera prestarse a reconocer la independencia de Cataluña. (…) El ofrecimiento de esa clase de diálogo o la invocación de la bilateralidad en esas condiciones, pues, no puede valorarse como un indicio de abandono del enfrentamiento con el Estado mediante vías de hecho con la finalidad de obligar a aquel a reconocer la independencia de Cataluña”.
Esta influencia inquisitorial se manifiesta cuando el mantenimiento de la presión preventiva para Oriol Junqueres, Joaquim Forn, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez se sigue fundamentando en las actitudes de los encausados más que en sus opiniones o en los supuestos hechos que incurrieron en delito, tal y como se escribe en la página 24 del recurso: “La probabilidad de reiteración delictiva no solo depende de las condiciones externas, sino de la actitud del sujeto”.
Y esta influencia inquisitorial se manifiesta en toda su crudeza en el trato que los medios de comunicación dan a los presos independentistas. Da igual que los medios sean de derechas o de izquierdas, conservadores o progresistas, unionistas o independentistas. Todos utilizan verbos inquisitoriales como renegar, acatar, retractarse, renunciar, desmarcarse, abandonar, deber, recular…
¿Acaso las declaraciones políticas del Papa Francisco en su última visita a América Latina serán la base para encontrar la solución al conflicto?