El President Torra sigue empeñado en tensar la cuerda contra el gobierno apelando a un hecho diferencial, de aquellos que tanto le gusta escribir en sus artículos y twits, tan “español” como es el orgullo de la restitución del gobierno destituido por el artículo 155.
¿Realmente somos tan distintos los catalanes de los españoles si apelamos al orgullo?
En la Edad Media europea, los herejes y las brujas eran llevados a la pira del fuego purificador, como herramienta de la Verdad Absoluta, ubicada en la plaza pública. Todo el pueblo se concentraba en la plaza para ver, participar y disfrutar del linchamiento y posterior ejecución del reo. Durante el trayecto, los ciudadanos escupían, insultaban, les tiraban piedras y frutas podridas como señal de desprecio.
Es curioso comprobar cómo, además de la interesada mala memoria colectiva que nos hace olvidarnos de comportamientos vergonzosos, dichos actos, ocurridos hace 1000 años, se repiten en este siglo XXI.
Dos sociedades absolutamente antagónicas, contrarias, que no tienen nada que ver una con la otra, que se encuentran en las antípodas ideológicas… como son la sociedad rural, “casposa”, “analfabeta” e “inculta” andaluza y la “democrática”, “madura”, “avanzada”, “europea” manera de pensar de los partidos e ideólogos independentistas se comportan de la misma manera “española” cuando se trata de denigrar a dos figuras que son para ellos la reencarnación del mal.
En Coripe, pueblo sevillano, y Barcelona, dos modelos contrapuestos de pensar, se trató de igual manera al muñeco que representaba a Ana Julia Quezada, la asesina confesa de Gabriel Cruz, y a una escultura ecuestre del dictador Francisco Franco. A las dos figuras se las escupió, se las humilló, se las vejó, se las linchó.
No pretendo con este artículo decir si está mal o está bien dicho comportamiento. Que cada uno haga lo que le dicte su consciencia. Lo único que pretendo poner de manifiesto es que ni fuimos, ni somos, ni seremos tan distintos a uno y otro lado del Ebro. Y, eso, estimado nuevo President de la Generalitat, invalida pretendidas explicaciones supremacistas del nacionalismo tanto español como catalán y que ERC había dedicado tanto tiempo en erradicar, con éxito, del ideario independentista.