Se critica al sector del taxi su falta de innovación y adaptación a los nuevos tiempos donde la tecnología facilita, en principio, la vida de los clientes.
Y ahí radica el primer conflicto a resolver como sociedad. Todos nosotros ¿qué somos: ciudadanos o clientes?
Cabify dice en su web: “Sigue tu propio camino. Tendrás la ciudad a tu alcance con tan solo pulsar un botón”.
Uber dice en su web: “Llega a tu destino. Tu tiempo te pertenece”.
Mensajes con una clara focalización en el individualismo de una sociedad que se está volviendo egoísta y narcisista a pasos agigantados. Da igual que el vehículo contratado genere tapones en el tráfico hasta encontrar al cliente que lo ha contratado. Lo que de verdad importa es el “Quiero algo y lo quiero ahora” sin importar si molesta o no al resto de la gente.
En Barcelona, el taxi está dentro del Área Metropolitana de Barcelona y, como tal, es un servicio público en el que se habla de usuarios más que de clientes.
A partir de aquí, la tan denostada y superada división izquierda – derecha parece que se vuelve a activar en todo su potencial porque da la casualidad que tanto el PP como Ciudadanos se postulan más a favor de la liberalización del sector del taxi.
El segundo conflicto que la huelga de taxis ha puesto sobre la mesa, esta vez, a nivel local de España es un conflicto de estructura territorial del Estado. Un problema local de cada municipio ¿Quién es el que mejor lo puede solucionar? ¿el gobierno central, el gobierno autonómico o el gobierno municipal? Parece obvio que el gobierno municipal ¿no? En principio es quien mejor conoce la problemática de movilidad de su ciudad o municipio ¿no?
PP y Ciudadanos siguen con su manía de uniformar a todos los españoles sin importarles la diversidad cultural del país. Lo importante no es que seamos todos uniformes sino que se dé la mejor solución a un conflicto netamente local, donde el sector tiene sus peculiaridades según el municipio.