Aunque parezca mentira, el deporte no es un negocio.
Sólo viéndolo de esta manera no caeremos en el pánico que pretenden infundirnos Gerard Piqué cuando declara que “a la larga, o medio plazo, no a corto plazo, el fútbol deberá plantearse la posibilidad de reducir los partidos o intentar que sea más excitante. También el tenis y otros deportes” o Pablo Aimar cuando dijo que “somos la última generación que ve partidos enteros”.
Si el problema es que los millenials “están interesados en cosas diferentes y las consumen de manera distinta”, tal y como manifiesta la socióloga Laura Zimmermann, no puede ser que la solución sea, tal y como ha planteado la NBA ofreciendo la opción de comprar el último cuarto de los partidos, acortar la duración del partido o evento porque eso es traicionar la esencia misma de ese deporte, por muy profesionalizado que esté.
Al fin y al cabo, es lo que plantea Bastian Manintveld, presidente ejecutivo de 2btube, cuando demuestra que la duración media de un vídeo en Youtube se ha incrementado un 43% y que “nadie va a ver un vídeo más largo si no es interesante”
Y cualquier es interesante cuando, además de ser atractiva y excitante, está presente en la sociedad.
Recuperar el interés social por el deporte no pasa por acortar los tiempos de juego adaptándose a la supuesta poca capacidad de atención de los millenials, sino que pasa por volver a recuperar la esencia del deporte, con todos sus valores de espíritu de equipo, lucha, sacrificio, épica, identificación social, deportividad, respeto al rival…, junto con el hecho de disfrutar en grupo o en familia el deporte.
Volver a las retransmisiones en abierto de las grandes citas deportivas, ya sean las ligas de fútbol y de baloncesto, los grandes premios de automovilismo y motociclismo, los Grand Slams…, bajar el precio de las entradas para que toda una familia pueda ir junta a ver un partido, adaptar los horarios de retransmisión al horario infantil… son medidas que no afectan a las reglas de cada deporte en concreto sino que promueven la presencia del deporte en la vida cotidiana haciéndolo más interesante según el criterio de cada uno.
Cuando se quiere hacer gustar una cosa a otro es ilógico acortar y resumir las explicaciones. Al que le gusta algo se explaya aun a riesgo de ser pesado. Y no hay nada que sea más atractivo que la incertidumbre de un directo, de vivir in situ una gesta épica.