El 23/07/2019 la Generalitat de Catalunya lanzó una campaña contra la violencia machista, centrada en los jóvenes, titulada “Malamente”. Adverbio que se puede aplicar a una de las frases que comunican a los jóvenes: “Si opinas sobre los cuerpos de las chicas, malamente”
¿Por qué no se puede criticar el cuerpo de una mujer? Según la RAE, “criticar” tiene 2 acepciones:
Primera: analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia que trate.
Segunda: hablar mal de alguien o algo, o señalar un defecto o una tacha mayor.
En una época donde la libertad de expresión está en entredicho, en una época donde los extremismos y los discursos duales inundan el debate público, es muy peligroso transmitir el discurso que “opinar es malo”.
¿Somos conscientes que de un mensaje así hay un paso muy pequeño a pensar que todas las tribunas y artículos de opinión de la prensa están mal?
El hecho de decir que está mal opinar es un desvarío de las mal llamadas sociedades democráticamente maduras en las que no se sabe muy bien porque motivo nos censuramos todos por el lenguaje políticamente correcto.
Utilizar el “los” y “las”, asumir que, como dice la campaña, está mal opinar sobre el cuerpo de las mujeres son meras construcciones superficiales con las que se amagan los famosos micromachismos, que son la verdadera base de la cosmovisión patriarcal que hay que erradicar.
Otra cosa es que los comentarios de la crítica sean de mal gusto, groseros o incluso obscenos. Pero, aun y así, estos comentarios y opiniones negativas están reconocidas en la Constitución de 1978 en el artículo 20.1.a (se reconocen y protegen los derechos: a) a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción) y 20.2. (El ejercicio de estos derechos no pueden restringirse mediante ningún tipo de censura previa).
Las campañas contra la violencia de género no pueden caer en la tentación de imponer un discurso único que marque y defina lo que está bien y lo que está mal. Pero lo peor de todo es que se siguen centrando en la protección de la mujer. En enfoques de este tipo, subyace una concepción de la mujer como ser débil que necesita que velen por ella, necesita que las cuiden porque ellas solas no pueden, perpetuando la concepción patriarcal de la sociedad a la que tanto se critica y se quiere combatir. Que la Iglesia Católica encuentre obscena cualquier protesta del colectivo FEMEN no impide ni se puede prohibir que las activistas protesten porque su protesta es legítima.
La madurez democrática de una sociedad se mide por el grado en esta defienda la libertad de expresión, aunque sea para afirmar y acentuar los aspectos negativos.
La Razón es el arma más poderosa contra las opiniones tóxicas. Censurarlas facilita la victimización de la persona que emite juicios tóxicos y esto, como dice la campaña, sí que está “malamente”