El fracaso del Tsunami Democràtic

La fuerza devastadora de un tsunami siempre apagará el peor de los incendios menos el 18/12/2019, cuando se jugó el clásico F.C Barcelona – Real Madrid.

Tsunami Democràtic ha cometido el mismo error que ha marcado el devenir de todos los actores independentistas. Instalados en una zona de confort que les impide innovar, la pretendida superioridad moral y el hecho de creerse que son los mejores les impide ver que, a medida que siguen pasando los días, los meses y los años, sus acciones, diseñadas desde la falsa seguridad del “¡qué bien que hacemos las cosas!” y “¡qué buenos somos!”, son cada vez menos efectivas, menos impactantes y menos creíbles.

¿O es que alguien se cree el plan que va a lanzar el mismo President de la Generalitat para ejercer el derecho a la autodeterminación después de Reyes, después de estar inhabilitado?

Nunca se puede ganar a un enemigo desde un discurso cuyo eje central de toda acción es “yo soy muy bueno y hago las cosas muy bien y tú eres muy malo y, encima, eres tonto”

Nunca se puede ganar a un enemigo desde los deseos, que son la antítesis de una negociación cuya base para que sea un éxito es que las dos partes sean conscientes que deben ceder. Esta es la tesitura en la que se encuentra ERC. Pere Aragonés lo sabe y ya está preparando a la ciudadanía independentista al asumir en su congreso del pasado 21/12/2019 que “habrá que tomar decisiones complejas, pero estamos dispuestos a abrir camino. Habrá momentos de éxito y otros que no

Tsunami Democrátic fracasó en su convocatoria del pasado 18/12/2019 porque su acto no fue ni efectivo ni impactante. Su creencia en su superioridad moral les impidió ver que quien realmente tenía el poder ese día no eran ellos sino el realizador de Movistar+, el cual podía censurar las imágenes a su antojo. Su prepotencia les impidió entender que ni chino ni un sudafricano se preguntarán por qué, en un determinado minuto del partido, se lanzaran pelotas amarillas en el terreno de juego ya que los 650 millones de audiencia que tiene el clásico sólo quieren ver eso: el partido entre el F.C. Barcelona y el Real Madrid. Su orgullo les impidió entender que hubiera sido mucho más efectivo desconvocar la manifestación el día antes y leer un comunicado denunciando lo fácil que fue manipular a la prensa, tanto catalana como madrileña, durante un mes entero. Ahí sí que hubiesen demostrado que tienen poder al condicionar la agenda informativa durante 30 días, denunciando las barbaridades que se han llegado a decir.

Un partido político, un movimiento político, no puede ser pomposo. Eso está reservado para las grandes estrellas del rock de los 70 como Freddy Mercury, cuando declaraba: I’m the best and the better.

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