A Barcelona le ha ido muy bien la cancelación del MWC2020 siendo, como es, una gran marca a nivel mundial. Y esa gran marca no se podía permitir ni un solo caso de coronavirus, el cual hubiese supuesto la ruina total para una ciudad que se lo debe todo a la imagen que proyecta.
Ahora bien, cuando el pasado 12/02/2020 Mats Granyd, director general de GSMA, anunció que “ha resultado imposible realizar este evento por razones de fuerza mayor. Las prioridades han sido la salud y la seguridad”, la ciudadanía de Barcelona necesita saber cuáles han sido estas razones de fuerza mayor que han provocado la cancelación del Mobile World Congress 2020, cuyo impacto negativo a nivel económico ha supuesto dejar de ingresar alrededor de 500 millones de euros para todos los sectores económicos de la ciudad.
Para entender muy bien por qué se ha cancelado el MWC hay que diferenciar entre las justificaciones que las distintas multinacionales usan para explicar la anulación de su presencia en la edición de este año y las causas reales que han provocado la cancelación de su asistencia. Por eso, la cancelación del MWC ha sido más un efecto colateral de la guerra abierta entre EEUU y China por el desarrollo de la tecnología 5G que un ejercicio de responsabilidad social corporativa de las multinacionales, que han velado por la salud de sus sufridos directivos.
Uno de los aspectos positivos de leer las noticias a través de las webs de los periódicos es que permite ampliar el contexto del suceso sobre el cual se está leyendo. Este ejercicio hace que uno lea con estupor y desesperación las declaraciones del Conseller de Políticas Digitales Jordi Puigneró, cuando afirma que “la guerra del 5G está ahí pero no estoy nada de acuerdo que esto haya sido la causa fundamental por la que se ha cancelado el Mobile”.
El punto de partida es un artículo titulado “No, el coronavirus no es bueno para EEUU” de Paul Kraugman en El País, el pasado 02/02/2020. El Nobel de Economía explica que China ha aumentado su producción manufacturera hasta representar el 25% de la producción fabril mundial. La clave radica en que la economía industrial mundial depende, en gran medida, de las importaciones de productos chinos. Todos sabemos que China ha conseguido alcanzar el segundo puesto en el ranking de economía mundial, disputándole el puesto de primera economía a EEUU gracias a unos bajos costes laborales que han facilitado la deslocalización de multitud de empresas. Y es en este contexto en el que Donald Trump inicia su reaccionaria cruzada comercial contra el gigante asiático, imponiendo aranceles a los productos chinos para mayor desesperación de todos los organismos económicos internacionales.
En lo que respecta al sector de las telecomunicaciones y tecnológico, la guerra comercial se ha centrado en parar el enorme ascenso de Huawei como gigante tecnológico. Ya en 2018 la estadounidense AT&T canceló el acuerdo con Huawei para introducir los smartphones chinos en EEUU. En mayo de 2019, Google, Qualcomm, Broadcom, Micron Technology y Western Digital dejaron de dar soporte a Huawei. El gigante asiático no se ha conformado solo con la fabricación de los dispositivos móviles, sino que ha centrado su nueva actividad económica en el desarrollo de la inteligencia artificial y el 5G.
Además de la batalla arancelaria, Donald Trump ha iniciado una guerra judicial contra Huawei cuando el pasado 01/12/2018 arrestó en el aeropuerto de Vancouver a Meng Wanzhou, vicepresidenta de Huawei, cursando una orden de extradición a EEUU para juzgarla por fraude para violar presuntamente las sanciones de EEUU a Irán. Casualidades de la vida, una vez cancelado formalmente el MWC2020, el Departamento de Estado de EEUU presenta “cargos criminales contra el gigante de las telecomunicaciones Huawei y sus asociados por casi dos docenas de supuestos delitos” acusándola formalmente de organización criminal.
La presión estadounidense es tan intensa que el propio Trump llamó personalmente a Boris Johnson para abroncarle por la intención del gobierno británico de utilizar el 5G de Huawei en el Reino Unido.
En todo este panorama internacional aparece el coronavirus en China; el cual, con la nefasta gestión sanitaria de la crisis que está haciendo el gobierno de Pekín, es la excusa perfecta para asestar un buen golpe a la economía china. La coincidencia en el tiempo ha querido que uno de los efectos colaterales de esta guerra haya sido la cancelación del MWC2020 en el que, recordemos, Huawei ocupaba un pabellón entero de la Fira de Barcelona.
La crisis del coronavirus ha permitido a EEUU intensificar su campaña contra Huawei. El número dos del Departamento de Estado, Robert Strayer, decía el pasado 20/02/2020 “Sabemos que hay proveedores seguros y de confianza con tecnología a la altura de Huawei, que son Ericsson, Nokia y Samsung”. ¿Les suenan todas esas empresas? Además de haber tenido uno de sus dispositivos en la mano alguna vez en su vida, son algunas de las empresas que cancelaron su presencia en el MWC2020.
Todo vale con tal de frenar al gigante asiático en todos los sectores. La dependencia mundial de la economía china es tan grande que hay que utilizar cualquier oportunidad para disminuir su peso en la economía mundial. ¿Sabe el iluso Conseller de la Generalitat cuántas empresas de cuántos países tienen paradas sus cadenas de producción porqué no les llegan los productos intermedios a los que hacía referencia Paul Krugman en su artículo “No, el coronavirus no es bueno para EEUU”? Pues eso.