Siguiendo con la Ley del Péndulo de la Historia, los últimos años nos están devolviendo a los más tenebrosos Años Oscuros de la nueva Edad Media en pleno siglo XXI.
Una nueva Edad Media que tiene ya tiene su peste (el coronavirus y toda la histeria alrededor de la gestión de su contención) y sus brujas. Santiago Abascal comentaba, respecto a las mujeres que se manifestaron el pasado 8 de marzo de 2020, que “las mujeres son algunas locas de odio que gritan cosas terribles y asustan a otras mujeres” y Rocío Monasterio, ambos de VOX, calificaba las manifestaciones feministas de “aquelarre”.
El ascenso de la ultraderecha y los populismos, que pretende revivir pasados mitificados que nunca existieron en realidad, es el principal instigador de la extensión de esta cosmovisión en la que los sentimientos y las emociones pasan a ser la guía en la vida cotidiana, tanto a nivel privado como a nivel público.
Los ciudadanos de Occidente, pues dudo mucho que a los pobres refugiados que pretenden entrar a la UE por la frontera greco-turca les preocupe lo más mínimo el coronavirus, han sucumbido al miedo irracional que la expansión del Covid-19 ha desatado en la era en la que, no nos olvidemos, hay aplicaciones que te pueden avisar de que te calmes y respires porque el smartphone está notando que se está alterando.
Una nueva Edad Media que la ciencia volverá a iluminar en forma de vacuna, que sólo erradicará el coronavirus. El miedo irracional se volverá a esconder en lo más recóndito de la mente occidental, esperando una nueva oportunidad de surgir demostrando que la Humanidad sigue estando en su fase más primaria en el devenir de la Historia. Esperando una nueva oportunidad para que los seres humanos volvamos a repetir los errores del pasado sin seguir aprendiendo nada de las lecciones que nos deja la Historia.
Se supone que somos una sociedad madura democráticamente pero, si observamos la Historia desde sus albores, la Humanidad sigue siendo un bebé que empieza a dar sus primeros pasos.