La política de las cifras interesadas

La nueva polémica sobre el baile de cifras entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno de España es estúpida en tanto que estamos hablando de criterios estadísticos que tienen su propia lógica.

No se trata, ni mucho menos, de abrir un debate epistemológico entre la ciudadanía sobre el método. No estamos hablando de buscar la verdad absoluta porque no la tiene nadie. Sólo se trata de saber cuántos contagiados hay en la sociedad, cual es el índice de mortalidad del covid-19 y ya está.

La Consellera de Salut Alba Vergés defendía la nueva medida para contar casos adoptada por la Generalitat porque “es oportuno para ver cómo se comporta la epidemia de forma mucho más real”. Una buena exigencia que, como tal, no se puede basar en sospechas, intuiciones ni presentimientos. Si los datos que se obtienen de los certificados de defunción de las funerarias “no son 100% fiables”, tal y como explica el presidente de Asfuncat Josep Maria Pons; la conclusión obvia es que esos datos no sirven de nada. Si, además, añadimos que es muy posible que los primeros contagiados por coronavirus en Catalunya se hayan producido en la primera semana de febrero según un artículo (que todavía se encuentra en fase de pre-print) del profesor de fármaco-epidemiología de la Universidad de Oxford Dani Prieto Alhambra tal y como ha explicado en el programa Via Lliure de RAC1 la mañana del 18/07/2020: “Hemos mirado los datos sobre la gripe en Catalunya y hemos comparado la curva de este año respecto a la de otros años y hemos visto que a partir de principios de febrero muchos casos de gripe que en realidad podían ser coronavirus, de entre 1.800 y 14.000 casos”. Vemos que lo único cierto es que la manera de contar puede tener muchos intereses espurios, que no tienen nada que ver con la solución de la crisis de la pandemia.

Por eso es tan importante utilizar la misma técnica de investigación. La unificación de criterio aprobada por el Ministro de Sanidad Salvador Illa y publicada en el BOE el 17/04/2020 no supone ninguna injerencia competencial ni tiene nada que ver con el debate territorial en España. Las variables que se utilizan para medir el número de contagiados son excluyentes entre sí (punto clave a la hora de analizar estadísticamente datos) y, por tanto, no incluyen la confusión que explica Josep Maria Pons cuando explica que “a veces ponen que es covid. Otras, covid no confirmado. O neumonía. Nosotros no podemos comprobarlo, hacemos un acto de fe. Todos esos datos los incluimos como coronavirus en el fichero que enviamos a la Generalitat”.

Ahora bien, si para defender una política de confinamiento total un gobierno necesita aumentar las cifras de contagiados, la pregunta que hay que hacerse inmediatamente es ¿por qué? ¿Qué necesidad hay de agrandar el histerismo que ya está instalado de manera exagerada en la sociedad sino es para seguir aumentado el control sobre la misma?

La hipótesis de que existe un número mucho más importante de contagiados está cobrando cada vez más fuerza y sólo se podrá verificar mediante la generalización de los PCR o test rápido de anticuerpos a toda la población, que es en lo que tendrían que estar trabajando todas nuestras autoridades, independientemente del color político que sean y del nivel administrativo que sean. Más que nada porque igual habría que tomar otro tipo de medidas, tanto socio-sanitarias como económicas, completamente distintas a las que se están tomado hasta ahora.

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