No sabemos donde nos contagiamos

En la sociedad del “big data” es frustrante ver cómo todavía no se sabe dónde se contagian los ciudadanos de COVID-19.

Esta información es esencial para aplicar las medidas más eficientes para erradicar la pandemia ya que, por ahora, parece que todas las administraciones públicas se han centrado en tomar medidas restrictivas relativamente eficaces sin tener muy en cuenta sus consecuencias, la crisis económica que viene será muy profunda, y sin saber si realmente son válidas, la curva de contagios no baja con la velocidad que debería. La obsesión por evitar el colapso del sistema sanitario público les impide abordar la pandemia desde diferentes enfoques mucho más efectivos. No es sólo un tema sanitario. Es un tema de salud pública y, por extensión, es un tema de la Sociedad en su conjunto.

Entre el 14 y el 16 de enero de 2021 distintos medios de comunicación catalanes se hacían eco de la siguiente noticia: el 70% de los contagios de COVID-19 se producen dentro del domicilio. Es la conclusión a la que ha llegado la Xarxa de Vigilància Epidemiològica de Catalunya analizando por primera vez en Catalunya el origen de los contagios. Sin llegar a decir una mentira sobre los resultados del estudio, las conclusiones, así como todas las noticias al respecto, adolecen de la tendenciosidad fácil y simple de culpar a los encuentros sociales “evitables” de la transmisión de la COVID-19 que se ha instalado en las mentes de los expertos y que refuerzan el discurso institucional.

En primer lugar, un estudio de este tipo se realiza para obtener unos resultados que permitan cambiar la realidad social que se está analizando. Por tanto, es totalmente irrelevante si las hipótesis formuladas ya se responden por si mismas y siguiendo el sentido común. Cuando la conclusión a la que llega María Rosa Sala, la Jefe del Servicio de Vigilancia Epidemiológica y Respuesta Emergencias de Salud Pública del Vallés Occidental y Oriental, el pasado 15/01/2021 en declaraciones a RAC1 es que: “dentro de casa no nos sorprende porque también es lo más fácil de detectar” hay que reformular el estudio por completo porque, entonces, el enfoque es erróneo. Para empezar, cuando se realiza un estudio en Ciencias Sociales y los datos que se obtienen no son concluyentes hay que asumirlo y reformular las hipótesis. Este estudio se engloba en este tipo. Sólo hace falta escuchar la entrevista completa para ver que María Rosa Sala no se cree lo que está diciendo y sabe que sus conclusiones no sirven de nada porque no se puede tomar ninguna decisión política con sentido partiendo de las mismas.  Si la preocupación es detectar los brotes y romper las cadenas de contagio ¿Sirve de algo saber que el 70% de los contagios se producen dentro del domicilio particular? ¿Cerramos las casas como hemos hecho con la hostelería para que desciendan los contagios? ¿Qué decisión epidemiológica se puede tomar si el 70% de los contagios se producen dentro del domicilio particular?

En segundo lugar, no se pueden extraer conclusiones a nivel de toda Catalunya estudiando los datos de solo una comarca y, más aún, cuando se deja fuera del estudio a toda la población de Barcelona porque no ha dado tiempo de introducir los datos y cuando se reconoce que “investigamos todos los casos que podemos”. O se hace una muestra estadística o se investiga todos los casos. Pero sacar conclusiones de todos los casos que podemos es erróneo porque nunca sabremos si estos casos son significativos o no.

En tercer lugar, si el propio equipo investigador invalida las técnicas utilizadas porque se duda de la memoria de las personas, que es la principal fuente de información del estudio, y cuando se reconoce que “cuando hay un domicilio, el primer caso en algún lugar se ha contagiado. El primero cuesta de ver porque puede ser en el ámbito laboral, en el transporte público. No lo sabemos” ¿Cómo se puede validar toda la información obtenida? Está claro que es muy difícil saber exactamente en qué acción concreta una persona se ha contagiado pero muy mal tiene que estar una persona para no acordarse de lo que ha hecho en los últimos cinco días.

Con los datos obtenidos por este estudio seguimos sin saber dónde se contagia realmente la ciudadanía. No es significativo decir que el 7% de los contagios se producen en el ámbito laboral, no es significativo decir que 14% se producen en las reuniones sociales. No lo sabemos. Un gran número de reuniones sociales se producen a la entrada y la salida de los centros educativos. ¿Y seguimos manteniendo que el 14% de los contagios se producen en reuniones sociales que no tiene que ver con el ámbito educativo? Tampoco creo que sea tan difícil establecer los escenarios que más se repiten en la vida de un contagiado: cojo el transporte público para ir al trabajo o dejar a los niños al colegio, trabajo, como dentro del trabajo o en un restaurante de 13:30 a 15:30, cojo el transporte público para ir a buscar a los niños e ir al parque con sus amigos o volver a casa y ya está. Y los fines de semana voy a hacer la compra de la semana o voy a los parques para sacar a pasear a los niños o hacer deporte. Esa es la vida cotidiana de la mayoría de la ciudadanía de Catalunya desde el pasado 7 de enero de 2021 cuando se empezaron a aplicar las nuevas restricciones después de Navidad.

Porque todos estos escenarios cuentan. Con las restricciones que se están aplicando desde hace casi ya un mes y que tarde tanto en bajar la curva de contagios quiere decir que la ciudadanía se contagia en los lugares más comunes de lo que nos pensamos y en otras situaciones que no contemplamos. Cosa que obliga a repensar todas las políticas para erradicar la pandemia de una manera más efectiva de la que se está llevando a cabo.

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