El gran titular de las pasadas elecciones ha sido que las fuerzas independentistas han ganado las elecciones al Parlament de Catalunya, con un giro hacia la izquierda en el eje ideológico derivado de una difusa asociación de república catalana con justicia social.
¿Y cómo se gestiona todo este embrollo? De manera bastante complicada y, muchas veces, ininteligible para la ciudadanía.

Una de las críticas más comunes que se realizan en todas las noches electorales es que todos los candidatos declaran que han ganado las elecciones. Es curioso que, en estas elecciones, de los seis partidos políticos que han perdido votos respecto a la anterior cita electoral autonómica, sólo ha habido dos candidatos, Alejandro Fernández del PP y Carlos Carrizosa de Ciudadanos, que hayan reconocido sus malos resultados sin paliativos cuando los líderes de ERC y Junts per Catalunya tendrían que hacer una seria reflexión de su pronunciado descenso electoral.
sufragios 2021 | sufragios 2017 | ||
PSC | 652.858 | 606.659 | 46.199 |
ERC | 603.607 | 935.861 | -332.254 |
JxCat | 568.002 | 948.233 | -380.231 |
VOX | 217.883 | 217.883 | |
CUP-G | 189.087 | 195.246 | -6.159 |
ECP-PEC | 194.626 | 326.360 | -131.734 |
Cs | 157.903 | 1.109.732 | -951.829 |
PP | 109.067 | 185.670 | -76.603 |
Una vez más, la ausencia de autocrítica de los partidos políticos es evidente, alarmante y desesperante. Que el discurso de Ciudadanos sea que su debacle electoral es debido a la alta abstención y que seguirán “haciendo lo mismo que ha hecho Ciudadanos desde el año 2006 que es defender el constitucionalismo” es simplemente no entender nada. No es un darse ánimos; es no entender ni el contexto ni quien les votó ni por qué les votó en las elecciones de diciembre de 2017. Y esa ceguera les impide comprender que la principal causa de su debacle electoral es su manera de hacer política. Una actuación política centrada en la confrontación permanente y en la nula capacidad de dialogar ni llegar a acuerdos que es, en definitiva, la esencia misma de un sistema parlamentario como el nuestro y de la Política en su concepción más pura.
Porque este tipo de hacer política, el bloqueo, la confrontación, la cerrazón, la anti política, ha sido el real perdedor de las elecciones del 14F. Si consideramos que el bloque de la confrontación está formado por Junts per Catalunya, VOX, CUP, Ciudadanos y PP observamos que este bloque ha tenido una pérdida de 1.196.939 sufragios respecto a las anteriores elecciones de 2017 mientras que el bloque que apostaría más por el diálogo, conformado por ERC, PSC y En Comú Podem, sólo ha tenido un descenso de 417.789 sufragios a los que si añadimos los votos del PdeCat, partido que está a favor del diálogo con el Estado, el descenso ha sido solo de 340.730 votos.
El PSC ha ganado las elecciones porque es el partido político que más votos ha obtenido, pero hubiese obtenido muchos más si no se hubiese centrado tanto en el hecho de pasar página de diez años de “Procés”. Una sociedad que vive un conflicto como es la sociedad catalana sólo puede pasar página cuando ha solucionado dicho conflicto en su conjunto. Y Catalunya todavía no ha solucionado ni su encaje dentro de España ni el convulso otoño de 2017. Justamente es el diálogo que reclama ERC el que permitirá solucionar el conflicto. Y esa estrategia le ha salido bien a ERC porque, por mucho que haya obtenido 332.254 votos menos que en 2017, ha conseguido el tan ansiado sorpasso a Junts per Catalunya. Por fin, Junqueras le ha ganado la partida a Puigdemont, cuya figura paladín del bloqueo y la anti política, se empieza ya a difuminar. Con este sorpasso, ERC ha conseguido la validación de su línea de actuación política basada en el diálogo con el gobierno de Pedro Sánchez. Y, a la hora de negociar la formación de gobierno en la Generalitat, lo tiene que hacer valer frente a los cantos de sirena de Junts per Catalunya. La formación de Puigdemont se sabe perdedora de las elecciones porque en todas las declaraciones habla en plural: que si el independentismo ha superado el 50% de los votos, que si el pueblo de Catalunya ha decidido que se implemente la República Catalana, que si el gobierno de la Generalitat tiene que ser nítidamente independentista, que si hay que contar los votos del PdeCat aunque no esté representado en el Parlament… En estas elecciones lo que ha perdido ha sido la confrontación permanente que exhiben Junts per Catalunya y Ciudadanos.

La inmensa mayoría de la ciudadanía de Catalunya ha votado partidos políticos favorables al diálogo. Partidos políticos que, desde el minuto cero, han enseñado sus cartas. En un lado de la mesa, tenemos a ERC que marca su posición con la amnistía y el referéndum pactado con el Estado, pasando página y superando el trauma social que supuso el 1-O. Y en el otro lado de la mesa, el PSC pone por delante el tema de los indultos y superar la perfecta división en dos mitades de la sociedad catalana. Ahora queda por ver qué son capaces de ceder cada una de las partes y la habilidad que tengan para mover la negociación hacia sus posturas. Hagan juego, ciudadanos.