El efecto más pernicioso de la mal llamada “nueva política” es la introducción y preeminencia de las emociones en la Política.
No es admisible en una negociación para la investidura de un gobierno que la mala relación y la desconfianza que hay entre los líderes de los dos partidos políticos sea el principal escollo para llegar a un acuerdo. Más aún cuando el acuerdo programático está tan avanzado.
Una mala relación personal cuya máxima expresión fue el veto a que Pablo Iglesias fuese vicepresidente del Gobierno y que, aunque este renunciara a un puesto en el Consejo de Ministros, siguió hasta el último minuto antes de la votación cuando Lastra le dijo al presidente Sánchez:
- Meritxell dice que Podemos pide un receso. Que si queremos.
- No, no – cierra el presidente.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tienen que superar el bronco debate de investidura de marzo de 2016 cuando este último espetó a la bancada socialista lo de Felipe González y la cal viva.
Pablo Iglesias se tiene que plantear si quiere ser el Albert Rivera de la izquierda o no. Ningún experto politólogo, ni tan siquiera miembros de su propio partido, entiende el veto irracional del líder naranja a Pedro Sánchez junto con su inútil obsesión por superar al PP como partido de líder de la oposición, cuando ni tan siquiera los peores resultados del PP consiguen que Ciudadanos los supere electoralmente.
¿Pablo Iglesias quiere ser considerado igual?
No tiene ningún sentido y, más aún, cuando la ciudadanía ve con que facilidad llegan a acuerdos de investidura en los gobiernos autonómicos, tanto el PP, Ciudadanos y Vox como PSOE, Podemos y IU.
¿Sirven para algo los reproches que se están lanzado Carmen Calvo y Pablo Echenique durante el mes de agosto? Seguir haciendo tanto hincapié en la desconfianza y en el supuesto peligro real de dos gobiernos en el mismo Consejo de Ministros ¿permite ser constructivos y avanzar en una negociación para la investidura de un nuevo gobierno? No. Por tanto, que el PSOE y UP dejen de hacer titulares para rellenar los periódicos, que sean más discretos y que pacten el programa, que será lo que permita aprobar las leyes que el país necesita. Para dirigir un país no hace falta irse de cañas después de cada sesión de control al gobierno.
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